A diferencia de torneos anteriores, en Nepal y en otros países de donde provienen los trabajadores y en donde el fútbol es muy celebrado, las emociones que rodean a la Copa Mundial 2022 van más allá de la alegría de ver los partidos. Para los nepalíes que aparecen en el video, y para los de otros países que enviaron trabajadores durante los 12 años de preparación de la Copa Mundial, sus realidades están enlazadas con los sacrificios que hicieron. Entre ellos están los padres que no pudieron ver a sus hijos durante años para ganar dinero para pagar su educación, los trabajadores que soportaron trabajos físicos durante largas horas en el calor extremo de Qatar, y las familias de los trabajadores que murieron por causas inexplicables. Como dijo a Human Rights Watch Kshitiz Sigdel, un ferviente aficionado al fútbol y fundador de un club de seguidores en Katmandú, “los trabajadores migrantes son el pilar no solo de la economía de Nepal a través de las remesas, sino también de la economía de Qatar”.

“Los trabajadores migrantes fueron indispensables para hacer posible la Copa Mundial de 2022, pero ha tenido un gran costo para muchos trabajadores migrantes y sus familias, que no solo hicieron sacrificios personales, sino que también se enfrentaron a un robo generalizado de salarios, lesiones y miles de muertes inexplicables”, dijo Rothna Begum, investigadora principal de Human Rights Watch. “Muchos trabajadores migrantes, sus familias y comunidades no pueden celebrar plenamente lo que han construido, y piden a la FIFA y a Qatar que pongan remedio a los abusos cometidos contra los trabajadores, quienes dejaron a las familias y comunidades en la indigencia y en dificultades”.

Entre los testimonios del vídeo se encuentra Hari, cuyo nombre fue cambiado a su petición para mantener el anonimato, un operario de la construcción en Qatar durante 14 años que trabajó en varias obras, entre ellas el estadio Al Janoub. Dice que la zona de Lusail, en Doha, estaba vacía cuando llegó a Qatar, pero que ahora está llena de torres. “Construimos esas torres"” dice, y añade que mientras trabajaba en el calor extremo de Qatar, a menudo tenía que “sacar agua (sudor) de sus zapatos”.

Hari dejó Nepal para irse a Qatar cuando su hijo tenía solo 6 meses y por eso se ha perdido la mayoría de los momentos importantes en la vida de su hijo, ya que solo ha podido verlo 5 veces en 14 años. “Mi hijo no me reconoció cuando volví a Nepal”, dijo. Sin embargo, en esos 14 años de ausencia, fue testigo y contribuyó a la drástica transformación de Qatar, que le permitió ser un mejor proveedor para su familia, incluido su hijo, que sueña con ser futbolista profesional y ama a la selección de Portugal.

Ram Pukar Sahani, que fue un trabajador migrante en Qatar, se enteró de la muerte de su padre en Qatar por un amigo. Incrédulo, llamó al número de su padre en Qatar. El amigo de su padre contestó, confirmando la devastadora noticia. “Dejé caer el teléfono y me desmayé”, recuerda entre lágrimas. Dice que su padre murió en una obra de construcción con su uniforme, pero que no tenía derecho a indemnización porque su certificado de defunción decía “insuficiencia cardíaca aguda por muerte natural”.

Según la legislación laboral de Qatar, las muertes atribuidas a “causas naturales” sin ser investigadas adecuadamente no se consideran relacionadas con el trabajo y no se indemnizan. Al igual que las familias de muchos otros trabajadores a los que se dejó sin saber cuál era la causa de muerte de sus seres queridos, dice: “¿Cómo va a morir alguien tan sano y fuerte? No me creí esa versión”.

Por cada familia dispuesta a compartir sus historias de pérdida públicamente, muchas otras están afrontando en silencio pérdidas igualmente catastróficas, señaló Human Rights Watch.

Muchos trabajadores sufrieron un robo salarial desenfrenado. Un trabajador que había participado en una huelga para protestar por los salarios impagos a pesar del miedo a las represalias dijo: “Necesitamos dos cosas: un trabajo y una paga regulares por el trabajo realizado. Por desgracia, ambas cosas no están garantizadas en Qatar, sobre todo si te toca un mal empleador”.

En respuesta a estas denuncias, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) informó de que el gobierno qatarí ha reembolsado US$320 millones a las víctimas de abusos salariales a través del Fondo de Apoyo y Seguro para los Trabajadores. Pero el fondo no entró en funcionamiento hasta 2020. Para muchos otros trabajadores, su viaje terminó abruptamente con salarios no pagados por un trabajo físicamente exigente en un calor extremo.

Los empleadores y reclutadores en Qatar pudieron abusar y explotar la indigencia de los trabajadores migrantes y la falta de oportunidades en sus propios países, bajo el sistema de kafala (patrocinio), que otorga a los empleadores un control desproporcionado sobre los trabajadores, dijo Human Rights Watch. En uno de los países más ricos del mundo, los trabajadores inmigrantes viven en condiciones miserables en alojamientos hacinados. A pesar de la construcción de las multimillonarias infraestructuras de última generación, la mayoría de los trabajadores migrantes mal recompensados “pagaron por construir” la Copa Mundial de Qatar de 2022. Y, a pesar del avanzado sistema sanitario qatarí, se mantuvo a las familias de Asia y África en la oscuridad sobre lo que mató a sus seres queridos en Qatar.

Las autoridades qataríes lanzaron importantes reformas laborales y de la kafala; pero muchos trabajadores migrantes no se beneficiaron, bien porque se introdujeron tarde, se aplicaron mal o, en el caso de las iniciativas del Comité Supremo, la entidad gubernamental encargada de preparar la Copa Mundial, tuvieron un alcance demasiado limitado. Los que quedaron marginados necesitan una indemnización económica, señaló Human Rights Watch.

Basanta Sunuwar, un nepalí que trabajó durante seis años en Qatar, se describe a sí mismo como un acérrimo seguidor de Alemania y fundador de un club de aficionados al fútbol. En el vídeo dice que se considera uno de los trabajadores migrantes más afortunados en Qatar, y aboga firmemente por el fondo de compensación por los abusos no resueltos.

“Dieron su trabajo y, a cambio, deberían obtener sus derechos”, dice. “¿Cuál es su derecho ahora que han perdido la vida? Es una indemnización. Esta es mi humilde petición a la FIFA y a los qataríes, como aficionado al fútbol”.

Sigdel, aficionado al fútbol, afirma: “¿Por qué no aceptan pagar [la indemnización]? No debería haber ninguna duda sobre si pagar o no pagar. Tienen que pagar”.

La FIFA, que espera miles de millones de dólares en ingresos por el campeonato y tiene responsabilidades en materia de derechos humanos, no se ha comprometido a establecer un fondo de compensación. En su lugar, reprendió a las asociaciones de fútbol y a los jugadores que han pedido a la FIFA que apoye la demanda de los trabajadores inmigrantes de establecer un fondo de compensación, diciéndoles que “se centren en el fútbol”. Las autoridades qataríes se oponen al fondo, pero cuentan con los datos y los mecanismos existentes que podrían utilizarse para construir y ampliar los sistemas de reparación de los abusos.

“A una semana del Mundial, la estrategia de la FIFA de esconder la cabeza bajo la tierra y ganar tiempo, con la esperanza de que la emoción por el juego eclipse los abusos contra los derechos humanos, está destinada a fracasar”, dijo Page. “Para los aficionados, especialmente los de los países de origen, el torneo será un recordatorio del costo, y la única manera de que la FIFA y las autoridades qataríes dejen un legado positivo es comprometiéndose con la creación de un fondo de reparación para abordar los abusos del pasado”.

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