El neoliberalismo laboral
En opinión de Ricardo Landero, el salario mínimo debió
ser siempre una referencia no una regla
Por Vladimir Ricardo Landero Aramburu
agosto 16, 2022 a las 04:15 CDT
El modelo de la etapa
neoliberal de los últimos 40 años intento vaciar de contenido
el concepto del trabajo y del salario,
como instrumento de desarrollo del individuo e impulsor de la economía, con el
cual las familias podían satisfacer sus necesidades primarias,
para convertirlo en un apéndice de la productividad y la riqueza.
Se cambiaron las leyes para que los escalafones fueran
indexados a la productividad, se autorizó el privilegio fiscal de los bonos
de asistencia y productividad, para que no se integraran al salario del
seguro social. Los derechos siguen existiendo, así como
el pago del salario, pero ya no dentro de una
estructura obrera subordinada, sino como retribución del
esfuerzo personal productivo de cada trabajador en lo individual.
Toda una dinámica de cambios conceptuales para desnaturalizar
al derecho laboral, lo que encontró su máxima expresión en dejar de llamar
al trabajador como tal, para denominarlo asociado, colaborador, pero
nunca trabajador, esa palabra se evita en las empresas, pues en su
construcción implica derechos, mientras que colaborador o asociado es quien
participa del objetivo de la empresa como primer frente, pasando a segundo
plano todo lo demás.
Este proceso de degradación del derecho
del trabajo en México fue posible por la ausencia
del Estado, por su complicidad, por su nula supervisión del
cumplimiento del derecho, todo se remitió al derecho procesal, a donde la
justicia lenta y obesa se comía al trabajador y cualquier derecho que exigiera,
lo convertía en dinero y entonces jugaba a la casa de subastas, ya no
es el cumplimiento del derecho sino cuánto cuesta no cumplirlo, ¿Quién da
más o quién acepta menos?
El siguiente engranaje de esta maquinaria se colocó en
los temas de los derechos humanos, para enfatizar los aspectos
de igualdad, de no discriminación, de juzgar con
perspectiva de género, siempre como un tema aspiracional que se resuelve una
vez que reclama en un juicio, no en el día a día en la fuente
de trabajo, en la fábrica, sino para terminar en la maquinaria judicial que
todo lo convierte en dinero.
Pero el majestuoso palacio laboral neoliberal a donde
bailaron todos alegremente, las empresas de subcontratación, los secretarios
del trabajo, las juntas de conciliación y arbitraje, los empresas, los
flamantes despachos patronales, los sindicatos blancos, charros y de protección
y hasta los organismos como el Banco Mundial, se construyó
sobre tierras inestables, a donde la lava de los salarios de los
trabajadores corre y está efervescente; pero el destino los alcanzo.
Los aumentos salariales al mínimo del sexenio del presidente
López Obrador ya igualaron y superaron muchos de los tabuladores que
tenían en las empresas, es decir, siempre estaban una rayita
arriba del salario mínimo y se quedaron abajo, así que les preocupa de
sobre manera que esa política reivindicadora del salario mínimo
continúe, pues hoy es la base general de la oferta laboral, de allí que el
60% de los trabajos contratados en post pandemia sean de un salario mínimo.
Por eso no encuentran trabajadores, por eso no
pudieron legitimar sus contratos de protección, pues el salario mínimo debió
ser siempre una referencia no una regla. Somos de los países
que menos distribuyen riqueza, la única forma de lograr este cambio
es continuar con la política de aumentos al mínimo y la organización legitima
de los trabajadores, ya veremos si la última reforma laboral generó
las condiciones para ello.
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