martes, 2 de mayo de 2023

LABORAL / CONDICIONES DE TRABAJO. Bélgica. Se legaliza el derecho a la desconexión.

Ni 'mails' ni llamadas tardías: el derecho a la desconexión se hace ley en Bélgica

Actualizado 

Bélgica ha aprobado el derecho a la desconexión para trabajadores de empresas con más de 20 empleados

Ciudadanos disfrutan tomando algo en una terraza en Bruselas.
Ciudadanos disfrutan tomando algo en una terraza en Bruselas.FRANCISCO SECOAP

Qué. Acaba de entrar en vigor en Bélgica una nueva norma, conocida como la ley del 'derecho a la desconexión' por la que los empleados de empresas de más de 20 trabajadores no podrán ser contactados desde el trabajo fuera de su horario laboral. Quiénes. Unos 65.000 empleados públicos se benefician de la medida desde febrero del año pasado; ya no tienen que estar pendientes del teléfono o el correo electrónico al dejar sus puestos.

No más mails a medianoche. Nada de whatsapps durante la cena o llamadas durante el partido de los niños el fin de semana. Desde este mes, el derecho a la desconexión es ley en Bélgica. En febrero del año pasado la medida llegó al sector público y 65.000 funcionarios se beneficiaron de ese descanso obligatorio como norma general. Y ahora el paraguas legal afecta a todas las empresas del país que tengan más de 20 empleados.

Bélgica es un laboratorio, a veces de ideas, a veces para experimentos, frecuentemente para frankensteins. La ciencia económica dice que los gobiernos de coalición, que aquí son el único formato posible, tienden a gastar más y endeudarse demasiado, pero al mismo tiempo dan voz a más gente y reparten mejor los beneficios de las políticas públicas. En la legislatura anterior se unieron liberales francófonos y flamencos con una derecha nacionalista, un apaño casi imposible que resistió gracias a que se olvidaron de maximalismos y se centraron en elementos comunes, como la industria, los negocios, la parte fiscal. Ahora, con la llamada coalición Vivaldi, que une a socialistas, liberales y ecologistas valones y flamencos y a los democristianos neerlandófonos, se ha apostado por las cuestiones sociales y medioambientales, y nadie se rasga nada.

Tras la pandemia, la consigna fue que era imprescindible adaptarse a las nuevas realidades, y eso implica formas mucho más flexibles de trabajar. Se abrió la puerta a la posibilidad de concentrar la jornada laboral en cuatro días en vez de cinco, por ejemplo. O a que un trabajador haga un mes menos horas y las recupere, consensuadamente, el siguiente. Sin trampas ni abusos.

Ahora las compañías de más de 20 empleados tendrán que asumir que la vida personal empieza, con todas las garantías, cuando acaba la jornada. Hubo recelos, claro, quejas, pero sale adelante y de una forma profundamente belga. Los sindicatos, potentes y movilizados, estarán vigilantes. La ley es clara, pero al mismo tiempo no contempla sanciones específicas. Si alguien incumple, y hay una inspección, más que un castigo habrá una reprimenda o una invitación a encontrar rápido una solución, dando margen a cada sector y cada caso y contemplado excepciones lógicas. Mis vecinos pasan de casi todo y se hacen los suecos con cosas que para el resto del planeta son vitales, pero en las cosas del trabajo, del sueldo y del descanso no pasan una. Y si aceptan es porque todas las partes entienden que deben comportarse, deben cumplir. Que los intereses pueden ser radicalmente opuestos, pero si se negocia y actúa de buena fe, todos salen ganando al final.

Ya existen en la práctica diferentes fórmulas para dar flexibilidad a los que llevan mucho tiempo en una empresa, y no es nada raro que los padres o madres cojan un día libre por semana cuando acumulan antigüedad. Al mismo tiempo, ya era normal teletrabajar en caso de huelgas, de problemas de transporte y otras circunstancias extrañas. Así que saben adaptarse sin ninguna estridencia.

El espíritu que subyace es dar más libertad. Para las empresas, que no sólo deben acatar sino implicarse en el bienestar de tus trabajadores. Y para los trabajadores. Las compañías van bien, ganan dinero, tienen alta productividad, el nivel de paro está controlado desde hace 30 años, los sueldos son buenos (e indexados al IPC). Debe de ser el único caso en el que algo va bien y no lo tocan. Gracias a Dios.


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