La desconexión digital no existe: el 60% de los empleados contestan mensajes laborales en vacaciones
Parafraseando al Evangelio, el que no haya mirado el 'mail' del trabajo o contestado un 'whatsapp' del jefe o de algún compañero en vacaciones que tire la primera piedra. Pese a que España fue uno de los primeros países en reconocer por ley, hace cinco años, el derecho a la desconexión digital -es decir, que el trabajador no tiene por qué responder a ningún mensaje electrónico ni teletrabajar fuera de su horario laboral salvo por razones muy urgentes-, pocas empresas y empleados lo ejercen
Estamos enganchados al móvil y el bombardeo de mensajes y notificaciones que recibimos a través del dispositivo es abrasadoramente constante. De la oficina, sí, pero también del chat del colegio, de la familia, del grupo de amistades, de los hijos, de las redes sociales. Una ruleta impenitente e insomne. Un informe de la consultora Kantar ha cifrado en 1.602 el número medio de correos electrónicos sin leer y en 47 los whatsapp sin responder. Y eso que, según una reciente encuesta de Infojobs, seis de cada 10 españoles responde llamadas, mensajes o correos del trabajo durante las vacaciones, un porcentaje inferior a 2021 (cuando la cifra ascendía al 74%) pero, aun así, muy abultado.
Y no solo ocurre en periodos vacacionales. El resto del año, el 72% de los trabajadores se conecta al trabajo, siempre que es necesario o de forma esporádica, fuera de su horario laboral.
Se trata de un hábito que trajeron consigo las nuevas tecnologías y que la pandemia aceleró hasta el paroxismo, y que se ha convertido en muy difícil de erradicar, por mucho que la ley obligue a las compañías a tener protocolos de desconexión digital y los trabajadores puedan denunciar a sus empresas si lo incumplen. “La ley solo es el principio, pero para que sea efectiva se necesita la implicación de todos: empresas, trabajadores, sindicatos, inspección de trabajo y jueces”, avisa Adrián Todolí, profesor de Derecho del Trabajo y director del estudio ‘Salud mental, desconexión digital y teletrabajo’.
MIEDO AL DESPIDO
El primer eslabón de la cadena es el propio empleado, que tiene que solicitar a la empresa que cese las comunicaciones fuera del horario laboral, aunque “pocos lo hacen por miedo al despido”, según Todolí. También las empresas deberían ser conscientes de que es un derecho y de que sus trabajadores son más resolutivos, eficaces y productivos si tienen periodos de descanso, como demuestra la evidencia científica.
De hecho, la conexión constante, al trabajo, al chat del colegio o las redes sociales afecta directamente a nuestro cerebro. Estudios en neurobiología muestran que la hiperconectividad, sobre todo “si la persona tiene varios frentes abiertos, secuestra la corteza prefrontal dorsolateral”, lo que provoca “sobrecarga cognitiva”. Y la situación se agrava “si la persona percibe falta de control, lo que activa la respuesta de estrés del sistema nervioso simpático y libera cortisol, que a su vez también inhibe la corteza prefrontal dorsolateral”, explica el neuropsicólogo Diego Redolar, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
El “secuestro” de una parte de nuestro cerebro por parte del bombardeo de mensajes y la multitarea afecta a la memoria a corto plazo, a la capacidad resolutiva y a la atención. También hace que durmamos menos y con menos calidad, añade el neuropsicólogo.
LAS NECESIDADES
Por todo ello, las vacaciones y la desconexión digital son ahora más necesarias que nunca. “Estudios de neuroimagen demuestran que con el descanso la conectividad funcional de la corteza con otras regiones se corrige”. “Necesitamos descansar, no tanto por el sistema musculo esquelético como por el sistema nervioso. El dicho que después de las vacaciones se vuelve con las pilas cargadas es cierto”, concluye.
En la misma línea, Gabriela Paoli, psicóloga experta en adicciones tecnológicas y autora del libro ‘Salud Digital: claves para un uso saludable en la tecnología’, sostiene que la hiperconectividad, en verano y fuera del periodo vacacional, tiene “efectos físicos, mentales y socioemocionales". "El problema es que la mayoría de las personas solo pide ayuda para cuando empiezan los síntomas corporales, el resto los obvia”, avisa.
EFECTOS
El bombardeo constante de mensajes y la necesidad de responder a todos los estímulos, sin descanso y con la sensación de no llegar a todo, provoca alteraciones de conducta, como la “incapacidad de tomar decisiones en personas que eran resolutivas, olvidos o hipersensiblidad a la crítica”. También puede acarrear agobio, torpeza, impulsividad, falta de apetito o al contrario, aumento del consumo de bebida o comida, tartamudeos o incapacidad para descansar bien. A nivel emocional puede desencadenar ansiedad, agresividad, apatía, fatiga mental, culpa, baja autoestima…
Y, aunque los jefes o las empresas buscan con sus llamadas o mensajes fuera del horario laboral que sus trabajadores sean más productivos, acaben tareas no terminadas o respondan a imprevistos, pueden obtener justo lo contrario, que sean “menos creativos, resolutivos, prácticos, eficaces y audaces”, según la experta. “En definitiva, afecta a la calidad de vida y puede provocar enfermedades mentales como ansiedad o 'burnout' [el síndrome del trabajador quemado]”, resume.
Por todo ello, la experta en hiperconectividad considera que la desconexión digital, además de ser un derecho reconocido por la legislación, debería ser un “deber, dado que el trabajador tiene que entender que le hace volver con más fuerza y es saludable”. “Primero tienes que tenerlo claro, sin culpas, sin miedos, sin inseguridades, para que los demás lo respeten. Es importante aprender a priorizar nuestro descanso y aplicarlo”, concluye.
No hay comentarios:
Publicar un comentario