El trabajo en la era de la Inteligencia Artificial
Artículo aparecido en A terra é redonda. Versión ampliada de artículo publicado en la revista Carta capital, edición 1343, 26 de diciembre de 2024.
En estos tiempos de trabajo digital, algoritmos, inteligencia artificial y semejantes, está surgiendo un nuevo espectro que se cierne sobre el mundo laboral. Este es el espectro de la uberización.
El advenimiento de una nueva aberración
El mundo del trabajo vive su fase más aguda desde la génesis del capitalismo. Estamos sumidos en una profunda “crisis estructural”, que se puede resumir de la siguiente manera. El sistema del capital ya no puede acumular sin destruir. Con las fronteras terrestres ya bajo su control, hemos entrado en la era de la acumulación del espacio ultraterrestre.
Una situación que surgió a partir de 1973, cuando el trípode destructivo –financiarización, neoliberalismo y reestructuración del capital– impulsó a las tecnologías de informatización a invadir el mundo de la producción en la industria y, más tarde, en los servicios que fueron privatizados y convertidos en excepcionales laboratorios de expansión del capital, impulsado por algoritmos, inteligencia artificial, Big Data, etc.
En el mundo del trabajo, la explosión global del desempleo, más intensa en el Sur Global. El molino satánico, acuñado por Karl Polanyi, alcanzó a la era cibernética.
En el mundo del trabajo asistimos a la explosión mundial del desempleo, cada vez más exacerbada en el Sur Global, que empeoró en 2008/9 y se intensificó con el inesperado estallido de la pandemia.
Esta realidad, además de elevar el desempleo, llevó a las grandes corporaciones a tener un nuevo leitmotiv. Con el toyotismo japonés conocemos la expansión ilimitada de la subcontratación, que nos llevó al trabajo intermitente, legalizado en Brasil con la contrarreforma laboral de Michel Temer en 2017, poco después del golpe que depuso a Dilma Rousseff.
Y así llegamos al trabajo uberizado, aquel que se expande con las grandes plataformas digitales, articulando, con indiscreto encanto, invenciones digitales y algorítmicas con la fuerza laboral desempleada y ávida de cualquier trabajo. Brasil, con una tasa de informalidad de entre el 30 y el 40%, fue un terreno fértil para este esfuerzo.
Pero todavía era urgente encontrar un nombre para dar vida a la nueva estafa, con el fin de eludir la legislación laboral. El reconocimiento del estatus asalariado, en sí mismo, requeriría el cumplimiento de una legislación laboral que, vale recordar, fue resultado de luchas históricas de la clase trabajadora. En Brasil, la primera huelga fue la de los “gainadores”, trabajadores negros que, en 1857 en Salvador, detuvieron la carga de mercancías y personas y exigieron la extinción de las opresiones que caracterizaban la esclavitud. O la Huelga General de 1917, en São Paulo, que paralizó a varias categorías de trabajadores, en la lucha por derechos laborales básicos.
Pues bien, en pleno siglo XXI, en la era de la explosión de las tecnologías digitales que podían reducir significativamente la jornada laboral, las empresas forjaron “nuevos” tipos de trabajo, con una condición incuestionable: la negativa total a cumplir la legislación laboral. Presentándose como “empresas de servicios y tecnología”, con el estricto objetivo de borrar la condición real del empleo asalariado, el trabajo uberizado despegó. Así las grandes plataformas digitales “redefinieron” la condición del salario, milagrosamente convertido en emprendimiento.
Ha surgido una aparente paradoja: en la era de los algoritmos, la inteligencia artificial, el ChatGPT, el Big Data, etc., el capitalismo del siglo XXI ha ido recuperando formas pasadas de explotación, expropiación y expoliación del trabajo que estuvieron vigentes en los siglos XVIII y XIX. El crowdsourcing, por ejemplo, tan popular hoy en día, es la variante digital y algorítmica del antiguo outsourcing, vigente durante parte de la Revolución Industrial, donde hombres, mujeres y niños trabajaban en sus casas o en espacios fuera de las fábricas, desprovistos de cualquier legislación laboral. . Actualmente nos enfrentamos a un nuevo espectro que rodea al mundo del trabajo: la epidemia de uberización.
Pero la magnitud del problema no se detuvo ahí. Otro movimiento hizo que el trabajo fuera aún más vulnerable: la llegada de la Industria 4.0, que se creó para mejorar la automatización, la digitalización, el Internet de las cosas (IoT) y la inteligencia artificial. Su principal objetivo: reducir el trabajo humano, introduciendo más máquinas digitales, robots, ChatGPT, etc., que comenzaron a extenderse por nuevas cadenas productivas de valor añadido.
Lo que estamos viendo hoy, con la Inteligencia Artificial calibrada por el capital financiero, ya está presentando resultados catastróficos para la clase trabajadora. Si sabemos que la tecnología floreció junto con el primer microcosmos familiar, es imperativo reconocer que la tecnología actual está siendo moldeada principalmente por el sistema de capital, que sólo piensa en eso: su valorización. El resto son puras tonterías. ¿O alguien conoce alguna gran corporación global que haya ampliado la Inteligencia Artificial, reducido significativamente las horas de trabajo e incluso aumentado sustancialmente los salarios de los trabajadores?
Por tanto, los dos extremos de un mismo proceso destructivo están unidos en reacción al trabajo: al mismo tiempo que la Industria 4.0 elimina un sinfín de actividades laborales, las grandes plataformas digitales incorporan este excedente de mano de obra en condiciones que remiten a la protoforma del capitalismo.
Brasil en medio del huracán
Primera nota: Lula ganó las elecciones de octubre de 2022, tras una reñida batalla electoral. En la clandestinidad se estaba creando un plan golpista –la “daga verde y amarilla”– ideado por los neofascistas. Pero Lula salió victorioso, vale reiterarlo, gracias al voto mayoritario de la clase trabajadora.
Entre las propuestas que defendió en su campaña, una es esencial: de ganar las elecciones, revocaría la (contra)reforma laboral de Michel Temer. El que nos heredó el trabajo intermitente; la prevalencia de lo negociado sobre lo legislado; el desmantelamiento del sindicato; la fuerte retractación del Tribunal Laboral; la pérdida de derechos de las mujeres trabajadoras, etc. Sin mencionar la Ley de Subcontratación, que eliminó la diferencia entre una actividad como medio y fin y condujo así a la liberación general de la subcontratación.
¿Lula se olvidó de esta propuesta?
Lo que puede explicar el PLP 12/2024, presentado por el gobierno en abril de este año, que en su artículo 3º establece: “el trabajador que preste el servicio de transporte privado individual de pasajeros en vehículo motorizado de cuatro ruedas […] será considerado, a efectos laborales, trabajador por cuenta propia”.
¿Autónomo? ¿Cómo? ¿Despreciando investigaciones académicas serias, realizadas sin recursos financieros de las plataformas? Ignorando la Directiva de la Unión Europea, recientemente aprobada por los 27 Estados miembros de la región, que parte de la presunción de empleo y señala también la imperiosa necesidad de controlar algoritmos, programados para beneficiar exclusivamente a las grandes plataformas.
Si se aprueba este PLP, una gran parte de la clase trabajadora quedará excluida de la legislación laboral. No habrá vacaciones, ni salario n° 13, descanso semanal, FGTS, ningún derecho para las mujeres y una jornada laboral (ilegal) de hasta 12 horas diarias, por plataforma. Si se aprueba, la puerta se abrirá de una vez por todas… Y la factura quedará para la historia de Lula.
Segunda nota: Las elecciones municipales de este año, aunque se encuentran entre las más negativas de la historia reciente, al menos ofrecieron un vistazo crucial, al abordar vívidamente la cuestión de las horas de trabajo (escala 6×1). Un tema que ha sido distorsionado incluso por la izquierda dominante, que se inclina ante los beneficios de la estafa del falso emprendimiento.
De ahí la encomiable excepción de un joven trabajador del comercio minorista en Río de Janeiro, que hizo campaña por el PSol centrándose en la jornada laboral, señalando la explotación del trabajo presente en la escala de 6×1. Al hacer de este tema el eje de su campaña electoral, se abordaron cuestiones vitales: jornadas de trabajo agotadoras, intensidad de la explotación, que impide a esta generación de trabajadores tener un mínimo de una vida significativa fuera del trabajo.
La alternativa: el viaje en 4×3, cuatro días de duro trabajo y tres días de descanso, entonces, fue un éxito. Mientras que otros, aquí y en otros lugares, quedaron asombrados por el falso espíritu empresarial. Y, al sacar a la luz una de las cuestiones más vitales en el mundo del trabajo, una verdadera tragedia laboral cotidiana pasó al debate público.
Trabajar, trabajar, sin posibilidad de estudiar, socializar, descansar, sin posibilidad de vivir más tiempo fuera del agotamiento del trabajo. Esto se debe a que la jornada 6×1 significa trabajar en general cinco días de trabajo, de ocho horas cada uno, más un día de al menos cuatro horas, para un total de 44 horas semanales (que es la jornada legal en Brasil). Lo que suele tardar 48 horas, sobre todo en servicios comerciales, hoteles, bares, restaurantes, centros comerciales, etc., donde el fraude es muy común y muchos sindicatos carecen de fuerza social o tienen un perfil más empresarial. Sin olvidarnos del horario laboral ilimitado de los conductores de Uber y repartidores.
Peor que el 6×1, al menos para los que les guste el fútbol, sólo el 7×1.
Un último apunte: en estos tiempos de trabajo digital, algoritmos, Inteligencia Artificial y similares, está surgiendo un nuevo espectro que rodea al mundo laboral. Este es el espectro de la uberización. ¿Cómo prevenir esta tragedia?
Este es el mayor desafío para la clase que vive del trabajo. Y hay un elemento nuevo y casi siempre ignorado en el escenario social global: al mismo tiempo que la clase trabajadora aparece aún más heterogénea en su mosaico laboral, también está en marcha una fuerte homogeneización en sus condiciones laborales, ya que la precariedad La estructura estructural de El trabajo es una tendencia mundial, que reduce en cierta medida las diferencias entre el Norte y el Sur. Basta pensar en el trabajo de los inmigrantes a nivel mundial.
Fuente, por tanto, de nuevas acciones y luchas de la clase trabajadora, base social imprescindible para reinventar una nueva forma de vida.
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