lunes, 14 de octubre de 2019

LABORAL / RELACIÓN DE EMPLEO. Robotización e intelegencia artificial.

GESTIÓN

Algoritmos que controlan, mandan y hasta contratan


La nueva relación entre humanos y robots en el ámbito laboral puede desarrollarse entre iguales (compañeros de trabajo), pero las máquinas también pueden convertirse en jefes, o incluso adquirir la capacidad de contratar y proporcionarnos un puesto de trabajo.

La inteligencia artificial puede dominar mecanismos y procesos de control, o intervenir en los procesos de selección, incluida la entrevista de trabajo.

La máquina es un medio, no un fín. Íñigo Sagardoy, presidente de Sagardoy Abogados, recuerda en este sentido que "el robot está al servicio de la persona o de la empresa. El uso indiscriminado y sin filtros para procesos de selección no puede ser apropiado. Puede tener un uso menos objetivo que el seleccionador humano".
Hay quien piensa que la inteligencia artificial afina mejor en los procesos de selección, porque puede eliminar determinados sesgos que se contienen en los procesos sólo humanos. 

En todo caso Adrián Todolí, profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad de Valencia, opina que "un algoritmo no tiene sesgos, pero pero tiene posibilidades de discriminar, por género, adscripción política u orientación sexual. Un algoritmo tiende a replicar los sesgos que hay en la sociedad, y replica la realidad. 

Si le preguntamos a quién elegiría como presidente de una compañía del Ibex 35, al 90% escogería a un hombre y no a una mujer. el algoritmo infiere información procedente de otras actuaciones o informaciones. La dirección en la que vive un individuo ofrece pistas sobre su posición económica, o incluso sobre su raza, y también la información que proporcionamos en Facebook o en otras redes.
Cuando se deja aprender a una máquina y no se ponen filtros o módulos de control se dan casos como el de Amazon, que usó una herramienta basada en inteligencia artificial para procesar un alto número de currículos y seleccionar así a los candidatos ideales. 

Pero la máquina tenía un sesgo en favor de los hombres al examinar aspirantes para puestos de desarrollador de software y otras ocupaciones de carácter técnico. El sistema aprendió que eran preferibles los candidatos de género masculino, penalizando los currículos de mujeres. También está el caso de Tay, el 'bot' parlante de Microsoft, que aprendía de sus conversaciones con la gente y evolucionó para mal, convirtiéndose en una especie de monstruo de la inteligencia artificial.
Todolí añade que "un 'algoritmo jefe' no tendrá la misma empatía que un humano en ciertos asuntos y circunstancias". Pone el ejemplo de algunas compañías que contratan a 'riders' en Australia: "Allí en determinadas épocas del año las temperaturas son muy elevadas,y los 'riders' buscan la sombra, aunque eso provoque que la ruta que siguen sea más larga que la recomendada. Un algoritmo que sustituyera a un supervisor humano no tendría en cuenta la circunstancia del calor, y se fijaría exclusivamente en la rentabilidad y longitud de la ruta. La máquina puede despedir al empleado por no cumplir con su trabajo eficazmente".
A todo esto se añade la intervención de máquinas, dispositivos y algoritmos en el control del trabajo y registro de horarios. Es un impacto creciente de la tecnología en las relaciones laborales. 

Antes el debate estaba en cuestiones como que el empresario puede monitorizar los correos electrónicos, pero ya se habla de las posibilidades de geolocalización del empleado o de la posibilidad de invadir sus horas personales. Hay que tener en cuenta que existe una protección máxima de nuestros derechos fundamentales que priman y están por encima del poder de organización que tiene el empresario.

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