Teletrabajo, IA y Riesgo Laboral
Lo que aparenta ser un juego o una oportunidad para aquellos que se fastidian al tener que cumplir un horario y no ser ellos mismos, el teletrabajo puede resultar hasta un aliciente, que soslaya una serie de realidades que pueden tener impactos nocivos a largo plazo.
Aunque nadie puede negar la realidad de la virtualidad, de las teleconferencias, videoconferencias, acceso remoto a información, un banco de datos en teoría actualizado y disponible para colaborar con las decisiones en múltiples áreas del saber, y todas estas posibilidades que ofrece la tecnología para poder trabajar desde cualquier parte del mundo, también hay situaciones que se dan, cuando la iniciativa no parte del trabajador, sino de la empresa que decide de forma unilateral, que parte de su personal trabaje desde sus casas.
Así como existen múltiples ventajas del uso de la Inteligencia Artificial, que sus defensores suman a los medios como información compartida, también existen desventajas, riesgos y amenazas para toda la humanidad y el planeta.
Solo de pensar en la posibilidad de que un objeto sea capaz de tomar decisiones propias, es suficiente para que la humanidad entera corra peligro, con algo tan temido y evitado como un colapso mundial por un gran ataque nuclear. Y esto tal vez sea un extremo.
Cito con esto un solo ejemplo de daños globales, en el caso de que la decisión pueda ser tomada sin interferencia humana, y como consecuencia del propio análisis de un robot, que se ha dotado de esa supuesta capacidad, inteligencia artificial generativa.
La idea fundamental que alimenta históricamente las decisiones de competitividad, siempre utilizan los paradigmas de rentabilidad y productividad.
La productividad implica altos volúmenes de producción y costos mínimos, lo que implica necesariamente, mayores márgenes de beneficios, negocios más rentables y mayor retorno a los inversionistas.
Desde el cambio de paradigma en el mundo de la industria, se han sucedido varias revoluciones industriales. Pasando por la reingeniería, la calidad, los modelos de six sigma, lean, JIT, robótica y ahora subiendo al nivel ejecutivo, la inteligencia artificial. Resta aun el desarrollo pleno de los híbridos, el trans humanismo aunque esto tenga las barreras de la bioética.
Aunque en cada uno de los casos, se ha podido verificar, algo que es prácticamente un axioma que indica: cuando un paradigma cambia, todos volvemos a cero. En el caso de la inteligencia artificial, aunque es un hecho y los más grandes ya lo están implementando, también tendrá su ciclo de vida.
Porque no solo con la robótica se ha desplazado al hombre de su lugar de trabajo, ahora también en las oficinas de servicios y apoyo en la cadena de valor, se verificarán grandes sustituciones y hasta a los niveles ejecutivos ya se están planteando.
El punto es, que esta revolución de cuello blanco como le llamó hace más 30 años el genio de Tom Peters, llegó tal cual lo había predicho, y nosotros predecimos que cuando el impacto sea significativo, el mismo ser humano se encargará de destruir al enemigo común del planeta, que lo serán losrobots y la inteligencia artificial.
Cuando esto ocurra, miles de universidades alrededor del mundo no tendrán razón de ser y los sistemas educativos mundiales se tendrán que transformar para poder sobrevivir. De hecho ya cientos de profesiones se han identificado como próximas a desaparecer, aunque no creo que esto escribo, exactamente como lo hago en estos momentos, pueda un robot producirlo.
Decimos esto del enemigo común de la humanidad implicara una guerra contra los robots y la IA, porque el espíritu de sobrevivencia primara y ante una amenaza como esta, la salida natural del hombre no será huir, sino luchar.
Por eso prevemos el surgimiento de una nueva lucha de clases y los nuevos rebeldes surgirán, para defender el territorio que solo al hombre le pertenece, el derecho al trabajo y el respeto a la dignidad humana.
Con el tema del teletrabajo se comienzan a verificar situaciones que causarán su impacto a mediano y largo plazo.
Es muy probable que la productividad de la empresa mejore, si parte de su personal usa como instalaciones del trabajo su propia casa. Y esas áreas, no utilizadas por ese personal desplazado, se utilizan para ampliar operaciones con nuevos negocios, buscar nuevas oportunidades y crecer, sin la necesidad de invertir en capital paralizado en activos fijos o nuevas edificaciones.
En un principio se logra economía por el uso más económico de los gastos indirectos, como lo es el caso de la energía eléctrica. Pero también, aún sin esta economía, con la ampliación de nuevos negocios, que representaran nuevos ingresos para la empresa previsora.
Hasta aquí todo luce muy bonito, las empresas logran ampliar su cartera de servicios o portafolio de productos, agregar nuevas líneas de negocios, dejar de usar otras instalaciones, para concentrarse totalmente en una sola área, disminuyendo los tiempos y con ello aumentando la productividad.
Pero en adición a esto, está la no compensación a los empleados como consecuencia de no utilizar las instalaciones, no consumir más energía y otros gastos indirectos, sino por convertirse prácticamente en nuevos inversionistas del negocio, al utilizar sus hogares para servir a una empresa que no le reconoce como tal.
Esto hace que el empleado no tenga el confort adecuado para poder dedicar todo el tiempo que establece el horario y aunque se quiera vender la idea de un horario flexible, se pierden muchos elementos que dificultan la calidad de vida en el hogar.
¿Porque?, porque todo el mundo debe someterse a una nueva disciplina, para no estorbar el trabajo del familiar expatriado laboralmente.
Pero esa falta de confort también comienza acumular nuevos temas de salud en el propio trabajador, quien además de quedar por fuera de la responsabilidad civil y riesgos laborales que debe mantener cualquier empresa, como sombrilla protectora de sus empleados.
En el caso de un accidente laboral, la empresa da cobertura con la póliza de accidentes de trabajo. No sabemos si aplicaría, en el caso de que este accidente ocurra en horario laboral pero desde el hogar.
Aunque ciertamente se produce una compensación mínima, pues también el empleado tiene un ahorro de costos, al no tener que transportarse diariamente, no tener que vestir para un adecuado ambiente de trabajo y además, minimizar los riesgos de accidentes en el transporte.
Sin embargo, el impacto en la privacidad del hogar es inevitable, cuando una persona debe realizar teletrabajo, una privacidad que puede ser ingenua, partiendo de una confianza total del empleado o puede ser invasiva, donde la empresa a tal vez del mismo computador portátil, tiene instalado programas para monitorear, grabar videos y audios de forma remota, sin el conocimiento previo del empleado.
Todo esto es posible con el trabajo remoto. Pero un elemento adicional a estos comentarios previos, es que las personas que se sienten identificados con su trabajo, se mantengan en un estado de alerta, que a largo plazo puede impactar en la salud emocional de los trabajadores.
Quien se pierde la oportunidad de ejercer de interactuar con un ambiente laboral, que hasta sirve de terapia ocupacional, o desarrollar su liderazgo en forma presencial.
El teletrabajo contribuye definitivamente a la deshumanización de los procesos, que paulatinamente va produciéndose en los equipos de trabajo.
Sin embargo, parece ser que esta deshumanización es deseada y de repente es parte del proyecto de implementación de la quinta revolución industrial, donde con la inteligencia artificial, no será ya necesario el teletrabajo.
Hay otros elementos que se recienten con esta idea filantrópica del teletrabajo. Es una filantropía del trabajador quien cede su hábitat y lo pone al servicio del negocio, perdiendo emocionablemente el descanso verdadero y la terapia ocupacional que representa el salir de la casa y sentirse acogido y útil en un equipo de trabajo.
Entre estos puntos que solo vamos a enumerar están: la seguridad física, la confidencialidad de temas privados, la invasión de redes sociales, la falta de energía eléctrica como consecuencia de apagones, la sobre atención por un exceso de alerta y dependencia del computador y un delirio de persecución que podría desarrollarse, al poder recibir en cualquier momento no solo un requerimiento, sino también ser visto o escuchado por las posibilidades tecnológicas vigentes.
Todos estos puntos analizados y enumerados invitan a una nueva legislación, una legislación especial, pues la protección del trabajador se me minada por el espíritu empresarial, y lo que en apariencia parece ser bueno, traerá consecuencias nocivas a la salud y la vida del trabajador a mediano y largo plazo.
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