Rechazo o loor del teletrabajo
"Trabajar desde y en la casa, sea un hombre o mujer, como norma, no es lo mejor. El ser humano necesita relacionarse en sociedad".
Una de las novedades que nos deja esta pandemia es el llamado teletrabajo. La posibilidad de continuar laborando desde casa, cualesquiera sean las condiciones que reúna esta o las condiciones en las que vivan sus moradores.
¿Estamos de acuerdo con que es algo positivo trabajar desde la casa?
Ya hay voces feministas que han señalado que el teletrabajo es una condena añadida a la mujer por el hecho de serlo, pues se verá obligada a cuidar a los niños, a ocuparse de la casa y, encima, a rendir en su trabajo profesional, como si todo fuera igual que antes. No deja de ser una visión chata, esta última, de la condición femenina. Primero, porque la condición de las mujeres no se define por el hecho de tener o no hijos. Es más, puede ser madre, y no necesariamente tener hijos menores a su cargo. Afortunadamente, por otro lado, y a todos los niveles, la tendencia es el reparto de tareas. Incluso, puede que la mujer desdeñe esta clase de tareas y haya decidido no asumirlas. Por otro lado, esta visión estereotipada pretende hacernos creer que las mujeres tenemos puesto nuestro interés primordial en lo doméstico, y que contemplamos lo profesional como algo secundario.
El mundo de las mujeres, como el de los hombres, se nutre de muchas variables.
Trabajar desde y en la casa, sea un hombre o mujer, como norma, no es lo mejor. El ser humano necesita relacionarse en sociedad. El trabajador participa de estas necesidades. Laborar en nuestro centro de trabajo es un derecho al que no debemos renunciar. De lo contrario, perderemos el hilo lógico de las cosas. La visión de las necesidades y el contexto. Y lo que es más importante, la lucha por nuestros derechos puede correr peligro en la soledad, cómoda o incómoda, de nuestros domicilios.
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